martes, 30 de agosto de 2011

Rota...literalmente.


Me rompí un brazo en un accidente de tránsito y no puedo actualizar. ¡Justo ahora que tengo tanto para decir! Me cache en die'... la vida es una caja de bombones rellenos de mierda. ¡Podré volver a jugar baseball?

domingo, 14 de agosto de 2011

Give me some truth


Me jacto de ser esas personas que van de frente siempre. Que no importa cuan duro sea lo que tengan para decir lo dicen sin filtros, sin temor. Últimamente estoy descubriendo en mi misma destellos de aquellas personas que alguna vez creí detestar, y que critiqué salvajemente. Me estoy convirtiendo en una de esas mujeres que porque tienen un compañero se "olvidan" de sus amigas. Qué tragedia griega la mía, no? Claro que estoy al tanto de que esto es una nimiedad, que hay cosas en la vida que nos atraviesan con mayor intensidad y que realmente pueden cambiarnos el norte. Pero sinceramente algo en mí late cada vez mas fuerte, y es esa certeza de haber estado siempre en el camino equivocado. De haber escuchado los consejos menos sabios, de haberme comportando como una imbécil, de haber seguido, admirado, adorado, respetado a aquellos que menos lo merecen. Descubro en ellas los caracteres mas bajos de la raza humana, la envidia, el deseo de destrucción, la falta de consideración, la ignorancia por elección, la superficialidad mas extrema, la crueldad, la burla. Tengo la sospecha de haberme mentido a mi misma, y peor aún, de haberme olvidado de quién soy en realidad. Esta sospecha que cada vez se parece mas a una certeza baila en la punta de mi lengua cada vez que por casualidad, costumbre o causalidad acabo interactuando con alguna de ellas. Sobre todo con la que creí que tenía mas cerca... ¿Es verdad eso que somos dos extrañas? ¿Que nuestras similitudes eran meramente circunstanciales? ¿Que realmente preferíamos estar mal acompañadas que solas? No dejo de cuestionarme cuanta verdad hay en esto o si es al revés. Si pongo su vacuidad en contraposición a todos los aspectos que hoy, de un modo u otro, llenan y componen mi vida y me doy cuenta de que finalmente no valen nada, que no hay nada que podamos compartir sin enfrentarnos. Que algo se rompió y quizás sea para siempre. Mi cursilería no camina tras sus pasos ya. Mis verdades que para ellas son mentiras, mis creencias que para ellas son basura, mi autoestima pisoteado una y otra vez resurge y adivina que detrás de los cristales está aquella que no deja de descubrirse.
Muy a pesar de todo esto me resulta imposible enfrentar. Quizás acabe dejando que el tiempo, el viento, el polvo y la nieve oculten todo eso que fue fraternal.

viernes, 5 de agosto de 2011

Masoca people

Hablando de personas abominables. A veces sencillamente se nos pegan, nos rodean y no hay forma de deshacernos de ellos. He creado relaciones simbioticas, dependientes, casi enfermizas con autenticos malparidos, con personas que disfrutan de la maldad por la maldad pura y que no encuentran forma de sentirse satisfechos si no es cagandole la vida al otro. Es el tipo de gente que si estuvieses muriendo de sed en el desierto te darian una anchoa.

Parte de este comportamiento se lo atribuyo a mi necesidad constante de ser aceptada, y otro poco al clasico masoquismo femenino... si bien en mi caso no lo hago carne telenovelizando (existe ese gerundio? porque si no existe, deberia!) mi existencia, lanzandome a vacios hechos de nudos de sabanas y atormentando mi cabeza con canciones romanticas de amores que ya no estan, es verdad que cada tanto siento la necesidad urgente de deprimirme un poco. Y ahi es donde salgo a buscar a esta gente como falopero sale a buscar su dosis y dejo que me castiguen un poco para tener tela de donde cortar.

No es mi intencion convertir este espacio en un diario intimo, pero si a veces me gustaria compartir situaciones ejemplicadoras de la vida, donde justamente ponemos la cabeza en la guillotina, el cuerpo bajo el ojo critico, la punta de los dedos para recibir el golpe de la dura regla. Y claro, como somos masoquistas no hay aprendizaje en el castigo sino una sed aun mas intensa de tortura.

jueves, 4 de agosto de 2011

Dreamland

Me tomaba un tren para ir a un pueblo inhóspito, el tren no era el sarmiento ni ningún otro tren que haya tomado antes. Era un tanto rural, pero también se parecía al tren que te lleva del aeropuerto a la estación de Frankfurt Am Main. Le preguntaba al conductor (Sí, del tren) si estaba yendo bien a mi destino, que era un pueblo con un nombre parecido a Carapachay, y me decía que me había equivocado y que me bajase en la próxima estación para tomar el tren correcto. Me bajaba en Florencia.
En Florencia estaba el mar detrás, y el pasto era verde esmeralda. No había caminos ni calles, las casas (hechas íntegramente de troncos) estaban esparcidas por la pradera sin ningún tipo de lógica. La estación de trenes era toda metálica, se parecía bastante a Victoria Station pero con más vidrio y menos acero. Flameaba una bandera azul y blanca que tenía un Union Jack y también un sol Argentino. X estaba ahí y se había afeitado el bigote (Le pedí que se afeite el bigote hace unas semanas y me dijo que no).
Me quiero mudar a Florencia. ¿Cuándo inventarán algun modo de quedarse a vivir en el mundo de los sueños? Es injusto cuando comenzamos a despertar y queremos seguir soñando.