jueves, 4 de agosto de 2011

Dreamland

Me tomaba un tren para ir a un pueblo inhóspito, el tren no era el sarmiento ni ningún otro tren que haya tomado antes. Era un tanto rural, pero también se parecía al tren que te lleva del aeropuerto a la estación de Frankfurt Am Main. Le preguntaba al conductor (Sí, del tren) si estaba yendo bien a mi destino, que era un pueblo con un nombre parecido a Carapachay, y me decía que me había equivocado y que me bajase en la próxima estación para tomar el tren correcto. Me bajaba en Florencia.
En Florencia estaba el mar detrás, y el pasto era verde esmeralda. No había caminos ni calles, las casas (hechas íntegramente de troncos) estaban esparcidas por la pradera sin ningún tipo de lógica. La estación de trenes era toda metálica, se parecía bastante a Victoria Station pero con más vidrio y menos acero. Flameaba una bandera azul y blanca que tenía un Union Jack y también un sol Argentino. X estaba ahí y se había afeitado el bigote (Le pedí que se afeite el bigote hace unas semanas y me dijo que no).
Me quiero mudar a Florencia. ¿Cuándo inventarán algun modo de quedarse a vivir en el mundo de los sueños? Es injusto cuando comenzamos a despertar y queremos seguir soñando.

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